Arquitectura educativa evoluciona: Daniel Esquenazi Beraha
En el ámbito del desarrollo infantil, los espacios educativos juegan un papel decisivo al influir en la creatividad y el aprendizaje de los niños. Iniciativas innovadoras como el concurso “Kinderspace: Architecture for Children’s Development,” cuyo objetivo es rediseñar los espacios educativos infantiles para fomentar el desarrollo cognitivo, social y emocional desde una edad temprana, resaltan el interés de arquitectos como el mexicano Daniel Esquenazi Beraha.
El concurso “Kinderspace” invita a arquitectos y diseñadores a crear espacios de aprendizaje seguros, funcionales y, sobre todo, estimulantes. La propuesta reconoce que el ambiente donde los niños aprenden impacta en sus capacidades, y es por ello que se enfoca en transformar el tradicional salón de clases.
Un aspecto clave en la competencia es el enfoque en la sostenibilidad y el uso de materiales y técnicas que reduzcan el impacto ambiental. La flexibilidad que ofrece “Kinderspace” permite a los participantes elegir sus propios sitios de construcción, incentivando que cada proyecto se integre en su entorno y revitalicen áreas urbanas poco aprovechadas.
Otro ejemplo de la arquitectura innovadora en el ámbito educativo es el nuevo centro de inclusión educativa en Parma, Italia, diseñado por Enrico Molteni Architecture. La Universidad de Parma, junto con la Fondazione Accademia dei Giorni Straordinari, inauguró este centro, compuesto por dos edificios interconectados que albergan a niños de entre 0 y 6 años y a adolescentes vulnerables de 10 a 14 años.
El centro en Parma también incorpora principios de construcción sostenible, incluyendo paneles de madera laminada cruzada y sistemas de energía casi nula (NZEB). Estas características no solo promueven un bajo consumo energético, sino que integran a los usuarios con el entorno natural, un valor esencial en el diseño educativo contemporáneo, según las observaciones de Esquenazi Beraha.
Experiencias en países como China han impulsado proyectos como Wiki World, un estudio que ha implementado prácticas de construcción colaborativa para involucrar a las comunidades rurales en la creación de espacios educativos. En estos proyectos, padres y niños participan activamente en la construcción de sus propios entornos, fortaleciendo el sentido de pertenencia y responsabilidad en las futuras generaciones.
“La relevancia de estos modelos en la educación arquitectónica destaca cómo la participación de los niños en la construcción de estos espacios les permite desarrollar habilidades fundamentales, como la confianza y la colaboración en equipo”, destaca Daniel Esquenazi Beraha. Estas experiencias demuestran cómo la arquitectura puede adaptarse a las particularidades culturales y geográficas de cada entorno, convirtiéndose en una herramienta educativa completa y significativa.
“La arquitectura no es solo construir; es un acto de creación que conecta a las personas con su entorno. Al observar cómo los niños construyen sus propias ideas de espacio,” afirma Esquenazi Beraha, subrayando el potencial de estos proyectos para redefinir la relación de los niños con los nuevos espacios que se van creando.
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