Mientras que el riesgo de contagiarse de COVID-19 por tocar algún objeto es mucho más bajo de lo que se decía, los virus arrojados por un contagiado pueden flotar y sobrepasar los 1.8 metros de distancia que, aún se afirma, son seguros.
Ambas cosas ya se saben, aunque no se han divulgado lo suficiente, de ahí que las estrategias para eliminar al virus de sitios cerrados se centren en desinfectar superficies o en distanciar sillas, pero que no se tomen en serio el promover una buena ventilación, indica José Luis Jiménez, de la Universidad de Colorado.
El profesor de Química y Ciencias Medioambientales sostiene que —en gran parte— ello se debe a la poca pericia de las autoridades para explicar cómo se transmite el patógeno y, en especial, a que al iniciar la pandemia la Organización Mundial de la Salud (OMS) negó que el virus fuera aerotransmisible.
La OMS ha señalado que la enfermedad entra en el cuerpo si alguien toca una superficie contaminada, no se lava las manos y se las lleva al rostro, o cuando un hospedero arroja gotículas de saliva o mucosa al hablar, toser o estornudar y éstas impactan, cual proyectil, en quien esté a menos de 1.8 metros, pero no ha planteado que uno puede infectarse tan sólo por meter a sus pulmones el aire estancado de una habitación.
Si las dos primeras explicaciones fueran las únicas válidas —argumenta el académico— sería imposible entender súper contagios como el registrado el 10 de marzo de 2020 en el Skagit Valley, región del noroeste del estado de Washington donde en una práctica coral de iglesia un individuo infectó a 53 personas.
El doctor Jiménez señala que el mayor porcentaje de contagios de COVID-19 se da justo así, por respirar aerosoles suspendidos en el aire, por lo que considera crucial enfatizar el uso de mascarillas (ello implica afeitarse barba y bigote en los hombres), así como explicarle a las personas qué pueden hacer para protegerse.
El experto pide ver a los sospechosos de esparcir la COVID como fumadores y a uno mismo como alguien que desea evitar el hedor del tabaco, ello a fin de evidenciar lo importante de la distancia y la ventilación, pues a todos nos queda claro que, en espacios cerrados, mientras más cerca estemos de alguien con un cigarrillo en ascuas, más concentradas recibiremos las fumarolas, si nos alejamos éstas se diluirán y si estamos afuera, apenas olerán. “Si imaginamos al virus como un humo emanado por los otros evaluaremos mejor el riesgo y sabremos cómo cuidarnos”.
el experto pide no confiar a ciegas en la “distancia segura” ya que investigaciones rigurosas han detectado la presencia de SARS-CoV-2 infeccioso a cinco metros del emisor, además de que, “contrario a lo que se esperaría, las partículas suspendidas más pequeñas (las que llegan más lejos) tienen una carga viral superior a las grandes”.
A fin de promover un cambio de paradigmas cada vez más expertos impulsan el hashtag #COVIDisAirborne y abogan por el uso de filtros de aire tipo HEPA y de medidores de CO2 al interior de los recintos, ya que estos, además de económicos, son el mejor indicador de cuándo es preciso ventilar (se recomienda hacerlo al rebasarse los 700 ppm).
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