La idea de frenar el paso del tiempo y rejuvenecer ha acompañado a la humanidad desde los alquimistas.
Y aunque hoy ya no buscamos el elixir de la vida en calderos humeantes, sí lo hacemos en laboratorios de biología avanzada.
Un experimento reciente parece unir siglos de curiosidad con resultados que llaman la atención: ¿el rejuvenecimiento podría ser real?
Células madre, el punto de partida
La primera gran pista llegó en 1998, cuando James Thomson logró aislar células madre embrionarias humanas.
Desde entonces, la ciencia ha apostado por ellas como posibles aliadas contra el envejecimiento, especialmente porque se cree que la pérdida de estas células está relacionada con el deterioro propio de la vejez.
Uno de los caminos más prometedores ha sido el trasplante de células madre mesenquimales.
Sin embargo, no ha sido fácil: los estudios han señalado riesgos como infecciones, coágulos, rechazos inmunológicos e incluso cáncer.
Esto generó dudas sobre si realmente podrían servir para rejuvenecer el cuerpo de manera segura.
El experimento que cambió el panorama
El equipo del Dr. Ning Lui, del Instituto de Biofísica de la Academia China de Ciencias, presentó un estudio que podría reactivar el optimismo.
Publicado el 4 de septiembre de 2025, el experimento modificó células madre embrionarias humanas para hacerlas más resistentes al estrés, al envejecimiento celular y a la formación de tumores.
El truco estuvo en mejorar el gen FOXO3, clave para proteger a las células.
Tras esto, nacieron las llamadas “células resistentes a la senescencia”, que fueron trasplantadas en monos cynomolgus envejecidos, equivalentes a humanos de 60 a 70 años.
Durante 308 días, los primates recibieron estas células por vía intravenosa sin presentar fiebre, pérdida de peso, tumores ni problemas inmunológicos.
Hasta ahí, el primer buen signo: seguridad.
¿Qué cambió en los monos?
Para evaluar el impacto, los investigadores analizaron 10 sistemas fisiológicos y 61 tipos de tejidos.
Los resultados fueron sorprendentes: los animales mostraron mejoras en alteraciones propias del envejecimiento, como atrofia cortical, osteoporosis, fibrosis, exceso de grasa o calcificaciones.
Además:
Bajó la cantidad de células envejecidas.
Aumentaron dos tipos clave de células madre: las que generan neuronas y las que producen esperma.
Se redujo la inflamación.
El ADN quedó más protegido de daños y mutaciones.
En pocas palabras, el rejuvenecimiento ocurrió de forma sistemática.
El cerebro y las funciones reproductivas fueron las más beneficiadas.
¿La eterna juventud está cerca?
Un comentario publicado en Cell por Vera Gorvunoba y Andrei Seluanov asegura que el estudio demuestra, al menos en concepto, que las terapias con células madre sí podrían ralentizar el envejecimiento.
Este avance se suma a otros, como el trabajo de David Sinclair en 2023.
Su equipo logró acelerar y revertir la edad biológica de ratones modificando la regulación del ADN.
Según el investigador, fue la primera vez que se manipuló la edad de un organismo complejo hacia adelante y hacia atrás.
Lo que aún no sabemos para poder rejuvenecer
Aunque los resultados están causando revuelo, hay puntos clave por resolver:
No se conocen por completo los mecanismos detrás del rejuvenecimiento.
Los experimentos solo se han probado en ratones y monos, no en humanos.
Falta determinar si estos tratamientos podrían aplicarse de manera segura en personas.
Y más allá de la ciencia, queda otra gran pregunta: ¿para qué queremos rejuvenecer?
En un mundo que envejece rápidamente, también es necesario repensar la vejez no solo como un deterioro, sino como una nueva etapa llena de posibilidades.
Por ahora, la eterna juventud sigue sin receta… pero los avances se acercan cada vez más.
Con información de Milenio.
