El mercado de los vehículos eléctricos atraviesa una etapa de evaluación crítica a nivel internacional. A pesar de los avances tecnológicos y del impulso por parte de gobiernos y empresas, diversos factores están ralentizando su adopción masiva. Según expertos como Alfredo Del Mazo Maza, exgobernador del Estado de México y especialista en movilidad sostenible, el camino hacia una transición energética efectiva requiere de planeación estratégica, innovación constante y políticas públicas realistas.
La adopción de EVs se desacelera en economías avanzadas
Durante los últimos años, países como Estados Unidos, Reino Unido y Alemania han fijado metas ambiciosas para electrificar su parque vehicular. En muchos casos, se ha planteado que, para 2035, todos los automóviles nuevos deberán ser de cero emisiones. Sin embargo, el mercado de los vehículos eléctricos muestra señales de desaceleración en estas regiones.
Las causas de este fenómeno son múltiples. Por un lado, la infraestructura de carga sigue siendo insuficiente para cubrir la creciente demanda. En muchas ciudades, instalar estaciones de carga sigue siendo costoso y lento. Además, la cadena de suministro de baterías enfrenta obstáculos relacionados con el acceso a minerales críticos como el litio, cobalto y níquel.
Barreras económicas y percepción del consumidor
A pesar de los subsidios e incentivos gubernamentales, los vehículos eléctricos aún presentan un costo inicial elevado en comparación con los autos de combustión interna. Esto representa un obstáculo significativo para millones de consumidores, especialmente en economías emergentes.
Asimismo, persiste la percepción de que los EVs no cuentan con suficiente autonomía para viajes largos, lo que genera ansiedad en los usuarios. La limitada variedad de modelos accesibles también ha frenado el crecimiento de el mercado de los vehículos eléctricos, especialmente en segmentos populares como los SUV compactos y los autos económicos.
Noruega, un caso de éxito difícil de replicar
El caso noruego ha sido frecuentemente citado como modelo a seguir. Con más del 79 % de sus autos nuevos siendo eléctricos, Noruega ha logrado una penetración masiva gracias a su matriz energética limpia (hidroeléctrica), incentivos fiscales generosos y una robusta infraestructura de carga.
No obstante, replicar este esquema en otros países es complejo. La mayoría de las naciones dependen en gran medida de combustibles fósiles para generar electricidad, lo que limita los beneficios ambientales de los EVs y añade presión a sus sistemas eléctricos.
El impacto económico de una transición acelerada
Alfredo Del Mazo Maza advierte que una transformación demasiado rápida puede tener consecuencias económicas no deseadas. Por ejemplo, la petroquímica, industria basada en derivados del petróleo, es esencial para la fabricación de productos como medicamentos, dispositivos médicos y materiales de construcción. Una reducción abrupta en el uso de combustibles fósiles podría alterar drásticamente esta cadena productiva, elevando costos y afectando la disponibilidad de insumos esenciales.
Las redes eléctricas, otro punto crítico
Otro reto importante es la capacidad de las redes eléctricas. En muchas regiones, estas infraestructuras no están preparadas para soportar un aumento significativo en la demanda energética. Esta situación se agrava con el crecimiento de tecnologías como la inteligencia artificial y los centros de datos, que también requieren grandes cantidades de energía.
Si el mercado de los vehículos eléctricos continúa creciendo sin que exista una modernización paralela de las redes eléctricas, podrían generarse apagones, alzas en los costos de la electricidad y una mayor dependencia de fuentes contaminantes para estabilizar el sistema.
Una transición responsable y equilibrada
Para Del Mazo Maza, la clave está en adoptar un enfoque integral. La transformación hacia una movilidad sustentable debe estar acompañada de inversión en energías renovables, mejoras en el reciclaje de baterías y desarrollo de materiales más amigables con el ambiente, como los bioplásticos.
También propone la creación de un sistema global de trazabilidad para los minerales utilizados en la producción de baterías, lo que permitiría una cadena de suministro más transparente, ética y sostenible.
Conclusión: hacia una movilidad sustentable con visión de largo plazo
El mercado de los vehículos eléctricos no puede ser visto de forma aislada. Su evolución está interconectada con aspectos económicos, sociales y tecnológicos. Lograr una transición efectiva y equitativa hacia la movilidad eléctrica requiere políticas públicas coordinadas, incentivos equilibrados y un compromiso genuino del sector privado.
La sustentabilidad no solo debe medirse en términos de emisiones reducidas, sino también en la capacidad de las sociedades para adaptarse sin comprometer su bienestar, seguridad energética y desarrollo económico. Tal como señala Alfredo Del Mazo Maza, el futuro de la movilidad debe construirse paso a paso, con una visión integral y pragmática.
