imagen tomada de lawandtrends.com
La Unesco encendió las alarmas sobre el rápido avance de la neurotecnología, es decir, las herramientas capaces de leer, interpretar o incluso influir en la actividad cerebral humana.
En la Conferencia General de Samarcanda (Uzbekistán), la organización aprobó por unanimidad una guía ética internacional que busca frenar los riesgos de esta nueva carrera tecnológica antes de que sea demasiado tarde.
El documento advierte que el mal uso de estas tecnologías que ya aparecen en wearables, videojuegos, entornos laborales o incluso en el marketing, puede poner en riesgo un nuevo tipo de derecho humano: la privacidad mental.
“Debemos proteger las emociones, los sentimientos y los pensamientos de las personas. Estamos hablando de la comercialización de la información más íntima sobre nosotros”, subrayó Dafna Feinholz, responsable de bioética de la Unesco.
Aunque la neurotecnología médica está regulada, su versión comercial no lo está en absoluto.
Hoy en día, los relojes, audífonos y gafas inteligentes ya recopilan datos neuronales sobre concentración, estrés o fatiga.
Y el siguiente paso, en el que la industria trabaja activamente, son las interfaces cerebro-máquina, capaces de conectar directamente el cerebro con dispositivos electrónicos.
La Unesco advierte que estos datos, generados muchas veces de manera inconsciente, podrían ser utilizados por empresas o gobiernos para crear perfiles detallados de las personas e incluso influir en su comportamiento.
El riesgo es mayor para los niños y adolescentes, cuyo cerebro sigue desarrollándose hasta los 25 o 30 años.
La exposición temprana a estas tecnologías podría tener efectos duraderos o permanentes sobre su identidad.
“La tecnología puede aliviar el sufrimiento y ofrecer oportunidades únicas”, reconoció Feinholz.
Entre sus beneficios, la Unesco destaca su potencial para tratar enfermedades neurológicas como el párkinson, la epilepsia o la depresión, e incluso ayudar a recuperar la vista o el habla.
Sin embargo, la directora general Audrey Azoulay fue clara:
“El progreso tecnológico solo vale la pena si está guiado por la ética, la dignidad y la responsabilidad hacia las generaciones futuras.”
El documento, que se firmará oficialmente el 12 de noviembre, insta a los países a crear leyes más estrictas para proteger los datos neuronales y garantizar que la neurotecnología se use con responsabilidad.
Las advertencias de la Unesco no son gratuitas.
Entre 2014 y 2021, las inversiones en neurotecnología crecieron un 700%, y el auge de la inteligencia artificial generativa ha acelerado aún más este desarrollo.
Además, el panorama es desigual: el 85% de las empresas del sector se concentra en Estados Unidos y Europa, mientras que la mayoría de la población con acceso a estas herramientas pertenece al norte global.
Esto, señala la Unesco, podría ampliar las brechas sociales si el acceso a la neurotecnología avanzada se limita a los más ricos.
La llamada de atención es clara: la tecnología avanza más rápido que las leyes.
Y aunque las promesas de la neurotecnología suenan fascinantes, la Unesco recuerda que la mente humana no puede convertirse en un campo de explotación comercial.
Con información de El País.
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