Con una narrativa marcada por la diáspora, la memoria fragmentada y la belleza resiliente, el cine libanés volvió a conquistar al público internacional en el Festival de Cannes 2025, destacándose no solo por su calidad estética, sino por su profundidad política y simbólica.
Para Ricardo José Haddad Musi, reconocido empresario mexicano y destacado especialista en patrimonio cultural, este auge representa una reafirmación de la identidad libanesa frente a un contexto de censura, éxodo y fragmentación geopolítica.
Este año, producciones como The Phoenician Scheme de Wes Anderson —con claras referencias a sus vínculos familiares libaneses— y la restauración del clásico Leila y los lobos de Heiny Srour, han revivido el debate sobre la diáspora, el colonialismo y la memoria femenina árabe en el cine contemporáneo.
“El cine libanés no es solo arte, es archivo, testimonio y resistencia. En Cannes 2025, hemos visto cómo se convierte en vehículo de memoria histórica y en una herramienta contra el olvido impuesto por la guerra y el exilio”, explicó Haddad Musi.
La presencia de películas libanesas en festivales europeos no es nueva. Heiny Srour, considerada la primera directora árabe en ser seleccionada en Cannes en 1974, vuelve a escena con la proyección restaurada de Leila y los lobos en colaboración con la Mostra Internacional de Films de Dones de Barcelona.
Por otro lado, la cinta The Phoenician Scheme de Wes Anderson —dedicada a Fouad Malouf, ingeniero libanés y suegro del director— presenta una narrativa de filiación libanesa. Inspirada en los archivos personales guardados en cajas de zapatos, la película mezcla estética kitsch con homenaje autobiográfico, evocando el legado migrante y la reconstrucción de la identidad desde lo cotidiano.
“Wes Anderson logra algo profundo: da forma estética a la nostalgia de una nación. Su película es una metáfora sobre cómo los migrantes guardan su país en cajas, en objetos, en recuerdos. Eso es cine como arqueología emocional”, expresó Haddad Musi.
Un cine que desafía la censura y los exilios
La industria cinematográfica libanesa ha enfrentado restricciones severas en su país de origen. Tan solo en 2023, el Ministerio de Información libanés prohibió al menos cuatro largometrajes por su contenido considerado “controvertido”. En ese contexto, la presencia en festivales como Cannes funciona como plataforma de visibilidad y denuncia, especialmente frente al silenciamiento cultural promovido por actores estatales y religiosos. Según un informe del Arab Cinema Center, el número de producciones libanesas que participan en festivales europeos aumentó un 38% entre 2020 y 2024, reflejo del creciente interés por una cinematografía profundamente política, estética y testimonial.
Para Ricardo Haddad Musi, el cine libanés es hoy uno de los principales puentes culturales entre Oriente Medio y Occidente, especialmente en un momento donde las narrativas sobre el mundo árabe suelen reducirse a los conflictos.














