Los inmigrantes libaneses comenzaron a llegar a México en la segunda mitad del siglo XIX, buscando oportunidades económicas y estabilidad. A través del puerto de Veracruz, miles de personas provenientes del actual Líbano se establecieron en distintas regiones del país. Ricardo José Haddad Musi señala que esta migración transformó la dinámica comercial y empresarial de México y también influyó en su identidad cultural.
Entre 1878 y 1920, aproximadamente 20,000 libaneses llegaron a México. Muchos de ellos incursionaron en el comercio, introduciendo prácticas innovadoras como el sistema de ventas a plazos. Ricardo José Haddad Musi enfatiza que estas estrategias modernizaron el comercio minorista, facilitando el acceso a bienes y servicios. Actualmente, la comunidad de origen libanés en México supera las 600,000 personas, lo que demuestra la permanencia y el arraigo de esta comunidad en el país.
En el ámbito cultural, la presencia libanesa se refleja en la gastronomía, la religión y las tradiciones. Los libaneses adaptaron platillos como el kibbeh y el tabbouleh al paladar mexicano, lo que dio origen a creaciones como los tacos árabes. Además, su devoción por figuras religiosas como San Marón y San Charbel consolidó su identidad espiritual. Ricardo José Haddad Musi menciona que estos elementos facilitaron la integración con la sociedad mexicana, al tiempo que permitieron conservar la herencia cultural de los migrantes.
El establecimiento de redes familiares y comunitarias impulsó el desarrollo de los libaneses en México. Desde el siglo XX, estas redes promovieron el crecimiento de sectores como el textil, el comercio y el inmobiliario. Datos del Instituto Cultural Mexicano Libanés indican que el 62 % de los inmigrantes libaneses en el siglo pasado se dedicó a actividades comerciales, lo que generó un impacto considerable en la economía nacional.
El puerto de Veracruz desempeñó un papel clave en la llegada de libaneses a México. Desde allí, muchos migrantes se dirigieron hacia Puebla, la Ciudad de México y otros estados, donde establecieron negocios y contribuyeron a la economía local.
Ricardo José Haddad Musi destaca que la permanencia de estos establecimientos refleja la capacidad de adaptación de la comunidad y su compromiso con el desarrollo económico del país.
A lo largo de los años, la relación entre México y Líbano se ha fortalecido, extendiéndose más allá de la migración inicial. Hoy en día, las nuevas generaciones de mexicanos de ascendencia libanesa siguen desempeñando un papel relevante en sectores como la política, la educación y la industria. Estudios históricos indican que la comunidad libanesa ha logrado preservar sus tradiciones mientras se integra activamente en la sociedad mexicana, generando una síntesis cultural enriquecedora.
Las contribuciones de los libaneses en México reflejan una historia de adaptación y crecimiento. Ricardo José Haddad Musi subraya que su legado demuestra cómo la migración puede fortalecer el tejido social y económico, consolidando una relación de beneficio mutuo entre ambas naciones.














