A más de 800 kilómetros de la Tierra flota una amenaza silenciosa: la basura espacial.
Miles de fragmentos de satélites, restos de cohetes y piezas olvidadas giran alrededor del planeta a velocidades cercanas a los ocho kilómetros por segundo.
Un solo choque con algo del tamaño de una tuerca podría desencadenar una lluvia de metralla capaz de destruir cualquier satélite.
Y según un nuevo informe presentado en el Congreso Astronáutico Internacional, solo 50 objetos concretos concentran la mayor parte del peligro.
Los cohetes son “culpables” del caos orbital
El investigador Darren McKnight, de la empresa LeoLabs, identificó los 50 objetos más peligrosos que orbitan la Tierra.
De ellos, el 88% son cuerpos de cohetes soviéticos o rusos abandonados hace décadas.
Algunos pesan más de ocho toneladas, y si llegaran a colisionar, podrían provocar una reacción en cadena conocida como síndrome de Kessler: un escenario donde los fragmentos chocan entre sí, generando más basura y dejando la órbita baja inutilizable durante siglos.
Un progreso con precio alto
Mientras empresas como SpaceX trabajan para desintegrar sus cohetes en la atmósfera tras cada misión, China y Rusia siguen dejando cuerpos completos orbitando la Tierra.
Solo China ha abandonado 21 etapas de cohetes en los últimos dos años, principalmente de sus programas Guowang y Thousand Sails.
La paradoja es evidente: cuanto más avanza la exploración espacial, más peligrosa se vuelve la órbita.
Limpiando la basura espacial: posible, pero costoso
Según McKnight, eliminar los 10 objetos más peligrosos reduciría el riesgo global en un 30%, y retirar los 50 disminuiría el peligro a la mitad.
La tecnología ya existe: empresas como Astroscale, en Japón, han demostrado que es posible “capturar” y eliminar basura espacial.
El problema es que nadie quiere pagar por una limpieza que beneficia a todos los países.
“Podemos evitar el síndrome de Kessler eliminando apenas una veintena de objetos”, explicó McKnight. “La mala noticia es que en los últimos dos años se añadieron 26 más”.
Desde el año 2000, China ha dejado más masa de cohetes muertos en órbita que el resto del mundo combinado, mientras que Rusia y la antigua URSS completan el otro gran porcentaje.
Incluso Europa, Japón y Estados Unidos tienen su parte de culpa: el gigantesco satélite Envisat, lanzado en 2002, sigue dando vueltas sin control con sus ocho toneladas de peso.
Un impacto con cualquiera de estos colosos podría generar miles de fragmentos imposibles de rastrear.
¿Un futuro más limpio?
Las agencias espaciales ya discuten la creación de un sistema de gestión de tráfico orbital, una especie de control aéreo para el espacio.
Mientras tanto, misiones como ClearSpace-1, en Europa, planean capturar fragmentos de cohetes para desintegrarlos en 2026.
Podría ser el inicio de una nueva industria: la limpieza orbital. Pero sin cooperación internacional, los riesgos seguirán aumentando.
La basura espacial no es un problema del futuro: está ahí, girando sobre nosotros cada segundo. Una sola colisión podría multiplicarla por mil.
Antes de mirar hacia Marte, tal vez la humanidad deba mirar hacia arriba y limpiar el pasado, para que el espacio siga siendo un lugar de exploración, no un basurero flotante.
Con información de Gizmodo.












